
Interpelándome además sobre cómo podremos proseguir sosteniendo el inmenso aparato gubernamental nacional. Haciendo un punto y aparte en cuanto al diagnóstico de nuestro régimen electoral se refiere, el cual ha derivado en una abyecta partidocracia. Recordando los valores de aquel incipiente “Estado liberal de derecho”: la necesaria separación de poderes; el anhelo liberal que aspiraba a mostrar un sistema jurídico ordenado, que favoreciera la seguridad y posibilitara que su destinatario supiera a qué atenerse en cada momento.
Destacando el pensamiento de grandes autores y políticos liberales nacionales. Deslizándome por la concepción de las dos Españas, en palabras de Ortega y Gasset: Una “que se obstina en prolongar los gestos de una edad fenecida”. Y otra “España vital, sincera, honrada, la cual estorbada por la otra, no acierta a entrar de lleno en la historia.” Mas decantándome por la Tercera España, denominada así por Salvador de Madariaga, la de la libertad, la integración y el progreso. Narrando los dispares episodios de nuestro reciente pasado constitucional. Instando finalmente a ejecutar cuanto antes la proclama de Antonio Maura, destacado político regeneracionista de la Restauración, “La Revolución desde arriba”.
Sin más, espero que disfruten, tanto como yo al escribir esta novela, de su lectura. Y quizás, quién sabe, nuestras humildes deliberaciones nos conduzcan a construir un pensamiento colectivo que contribuya, aún incipientemente, a la mejora de nuestra sociedad. Pues hay quien asevera que las utopías del ayer, siempre son las realidades del mañana.