lunes, 15 de junio de 2015

Conclusiones

El presente trabajo ha buscado demostrar que erramos si creemos que la corrupción se debe a una cuestión de personas, pero también de época. Pues resulta preocupante pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Cuando un análisis riguroso de la historia nos muestra más bien lo contrario. Aflorando supuestos de gran repercusión incluso en etapas donde la libertad de expresión era muy limitada. Uno de los grandes escándalos se remonta al Siglo de Oro. Protagonizado por el Duque de Lerma. A quien se le relaciona con uno de los primeros “pelotazos” urbanísticos. Otro caso sonado fue el protagonizado por la Reina regente María Cristina de Borbón. Se le acusaba de utilizar fondos de las arcas estatales para sus negocios privados, abuso de poder y uso de información privilegiada. Durante la Segunda República estalla el asunto del estraperlo. Ruleta eléctrica que manipulaba el juego en los casinos. Su implantación fue autorizada por los gobernantes estatales, quienes presuntamente recibían una comisión a cambio del permiso. En la primera etapa del franquismo se comerciaba en el mercado negro con todo tipo de productos, encontrándose implicados supuestamente políticos y funcionarios. Otro caso de repercusión internacional fue el de Barcelona Traction. O los hechos relacionados con MATESA, que se airearon en los medios de comunicación gracias al enfrentamiento entre dos sectores del régimen: los “tecnócratas” y los “azules”. Y con la Transición no cambiaron mucho estos indeseables comportamientos. Por lo que la única alternativa es defender la adopción de ciertas medidas y no de bandos, si de mejorar nuestra calidad institucional se trata. (Leer más

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